Sueños 2/02/2017




Estoy en la Nave en que trabajaba hace poco. Ahora hay una máquina montada, en el centro, y tengo 4 trabajadores, no los conozco de nada (no veo sus rostros) - No hay medidas de seguridad en la máquina así que les doy en primer lugar las indicaciones para montarlas, comienzo por ordenarles que pongan esterillas aislantes y antideslizantes alrededor de la máquina. Hay una valla similar a las de jardín que separa la máquina dentro del recinto.

En la nave, también hay una mesa de trabajo y sobre ella un viejo PC encendido y unos papeles. Me doy un paseo por allí y aparece mi profe de mates de COU. Me doy cuenta de que entre otras asignaturas de la carrera de ingeniería me falta aprobar mates de 3º para tener el título...

Poco a poco la estancia se llena de gente. Reconozco a mi vieja amiga Raquel V. (ella estudiaba una carrera de letras, no se que hacía allí) y a una compañera de la carrera, una chica tímida, retraída de aspecto infantil a la que no había vuelto a ver desde hace 20 años, ni en mi mundo onírico, ni en el real.

El profesor comienza y Raquel y yo bromeamos entre nosotros, al alzar ella un brazo para apoyarse y yo fingir que le apesta el sobaco. Al terminar la broma se vuelve a concentrar en las explicaciones del profe de mates con el viejo PC.

Fin del Sueño.

Despierto. Voy en un tren; en los vagones no hay asientos, los pasajeros vamos todos tumbados sobre grandes camas dispuestas a los lados y tapados con con mantas y edredones. Todos los que vamos en el vagón somos estudiantes universitarios, de tránsito hacia alguna ciudad en la que residimos.

Photo by: geraldfriedrich2 

Afuera, el paisaje está totalmente blanco, viéndose lo  campos, valles y montañas completamente nevados. A mi lado viajan tres chicas, guapísimas y virginales, parecen niñas. Me recuerdan a las chicas del grupo "The Corrs", pero con un aire mucho más infantil. Me miran fija y seriamente, no me quitan ojo de encima.

Yo estoy muy extrañado, analizando mi sueño anterior. Juraría que ya aprobé todas las asignaturas de la carrera. Además en el programa de estudios no existía matemáticas de III.

Recuerdo claramente que además, la última asignatura que aprobé había sido la de Estructuras Mecánicas, una asignatura de primero que arrastré (por la mala confección de horarios) durante toda la carrera, y me la había dejado para el final.

Que además tengo mi título de Ingeniería guardadito en una carpeta en casa dispuesto para presentarlo cuando lo necesito.

Siento un alivio tremendo, lo del sueño anterior ha sido un agobio.

Me recuesto más tranquilo en mi parte del "vagón cama" y me pongo a intercambiar miradas con las tres chicas. Diría que una de ellas es Susana N. aunque no estoy seguro, no la veo desde hace unos... 25 o 30 años.

Apeadero. El Tren se detiene y las tres chicas, en silencio, comienzan a coger sus cosas para bajarse.

De repente de mi izquierda, otra chica se levanta también para bajarse del tren. Es mi vieja amiga María "Pajarrako", inicialmente no la reconozco, era una chica bajita y menuda cuando la conocí, ahora es corpulenta y está embarazada, sigue teniendo su pelo corto, y se va del tren sonriente y seguida por un montón de críos.

Todavía en el vagón a mi izquierda se quedan dos niños que no van con ella, pero la reconocen con admiración. Tengo dudas sobre si ella me reconocerá a mí, así que la dejo marchar sin decirle nada, pero muy contento de haberla visto de nuevo tras tanto tiempo.

El tren retoma su marcha. Me levanto y circulo por el pasillo. Entonces caigo en la cuenta de que no era un tren, sino un autobús, que en lugar de asientos tiene instaladas las camas en las que viajamos los pasajeros.

Me dirijo hacia donde está un conductor; hay un guía que va a su lado, voy a hablar con él.

Al darse la vuelta, el guía es increíblemente parecido a Ross, el de Friends, o al ganador de Masterchef 2014, quedándome yo dudando entre uno de los dos.

Afuera el paisaje está nevando y se ve que hace un frío que pela.

Amistosmaente pregunto al guía:

- ¿Oye, a donde vamos?

- A Lérida - me responde

En ese momento me doy cuenta de que estoy soñando, a mí no se me pierde nada en Lérida.

Al darme cuenta de que estoy soñando lo primero que hago es tener el impulso de salir volando.

Me encanta volar, y se que pronto es posible que despierte, así que antes de que vuelva a arrancar el autobús me salgo volando por la puerta, da igual la dirección, lo importante es volar y tratar de dominar el sueño para no despertarme en ese momento.

Pero no lo consigo. Me despierto en la habitación del Hotel. Me levanto y salgo al pasillo. Parece un Hotel Rural.

¡Sigo soñando!

Emocionado vuelvo a levantar el vuelo, con cuidado por el vestíbulo, pero soy consciente que voy a despertar pronto, así que me pongo boca arriba y me quedo levitando, disfrutando la sensación de ingravidez durante los pocos segundos que me quedan.

Despierto de nuevo, esta vez en la habitación de la casa de mi abuela. Ella está por allí. Realmente es otra casa, un bajo en lo que yo llamo Plaza Principal y que conozco del trabajo. En el mundo real no es la casa de mi abuela, pero en el sueño asumo que sí lo es y en esta ocasión no me doy cuenta de que sigo soñando.

Tal vez por que me aferro a la ilusión de que mi abuela está viva, y si ella está viva, también lo está mi madre.

Normalmente, en el mundo real, uno siente un alivio tremendo al despertar de una pesadilla.

En el Mundo Onírico ocurre algo parecido, cuando uno se reencuentra con seres queridos ya fallecidos. Es como despertarse de la pesadilla vivida en el mundo real.

Recojo mi móvil y mi libretita, para irme a dar un paseo y escribir en mi Diario de Sueños sobre los anteriores. Al salir de casa aparezco en una plaza amplia, bien podría ser esa gran plaza veneciana que se ve en las postales.

Photo by: werdepate

En el centro de la plaza, un enorme camastro para poder tumbarme boca abajo y comenzar a escribir.

Unas señoras de mediana edad, al otro lado del camastro, toman el sol plácidamente.

Cuando estaba en casa de mi abuela, sobre mi teléfono móvil había una bolita de chocolate, como un "conguito", que todavía conservo y me llevo a la boca.

Pero resulta ser un trocito de cuero ya medio podrido que se desprendió de mi cartera, y me da unas náuseas y un sabor de boca terrible.

Me enjuago con agua y la escupo para tratar de quitarme el mal sabor de boca.

En ese momento aparecen mi madre y mi hija, están dando un paseo por la plaza, y se dirigen hacia mi para ver que tal estoy.

Hablo un rato con mi madre mientras le cuento lo que me pasó con la bolita de cuero.

Despierto, esta vez sí, en mi butacón, en mi casa.

Muy emocionado, como cada vez que me encuentro con mi madre en mi mundo onírico, ese mundo que yo mismo he creado y que está poblado de los más variopintos personajes.

Te quiero Madre, espero que esta noche nos volvamos a ver. Te echo mucho de menos.

02/02/2017



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